martes, 2 de abril de 2013

Ultimas Cartas de Lord Robert S. S. Baden Powell



A Los Scouts:

Queridos Scouts:

Si alguna vez han visto la obra de "Peter Pan", recordarán cómo el jefe de los piratas estaba siempre haciendo su último discurso de despedida por temor de que, posiblemente, cuando llegara la hora en que habría de morir, no fuera a tener tiempo para darlo a conocer. Así me sucede a mí, y aún cuando no me estoy muriendo en este momento, esto tendrá que suceder uno de estos días, y deseo decirles una palabra de despedida. Recuerden: esta es la última que oiréis de mí, por lo tanto, medítenla. He tenido una vida muy dichosa, y deseo que todos ustedes tengan también vidas muy dichosas. Estoy convencido de que Dios nos ha puesto en este mundo maravilloso para que seamos felices y gocemos de la vida. Pero la felicidad no proviene simplemente de la riqueza, ni de tener éxito en la carrera, ni dándose uno gusto a sí mismo. Un paso hacia la felicidad es hacerse uno sano y fuerte cuando niño, para poder ser útil y así poder gozar de la vida cuando se es hombre. El estudio de la naturaleza les enseñará cómo Dios ha llenado de cosas bellas y maravillosas este mundo para que lo puedan gozar. Estén satisfechos con lo que les haya tocado y saquen de ello el mejor partido que puedan. Vean siempre el lado bueno de las cosas y no el malo. Pero la verdadera manera de obtener la felicidad es haciendo felices a los demás. Traten de dejar este mundo en mejores condiciones de como lo encontraron; de ésta manera, cuando les llegue la hora de morir, podrán hacerlo felices porque, por lo menos, no perdieron el tiempo e hicieron cuanto les fue posible por hacer el bien. "Estén Listos" en ésta forma, para gozar de una vida dichosa y morir dichosos: aférrense a su Promesa Scout siempre, aún cuando hayan dejado de ser muchachos. Que Dios los ayude a hacerlo así. Su amigo


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A Los Dirigentes:

Nadie puede esperar a ver la consumación, así como el comienzo, de una gran aventura, en el corto espacio de una vida. Yo he tenido una experiencia extraordinaria al ver el desarrollo del Escultismo, desde su inicio hasta la etapa presente.
Pero hay una vasta tarea por delante. El Movimiento está solo comenzando. (Cuando hablo de Escultismo me refiero también a las Guías).
La parte que puedo reclamar como mía en la promoción del movimiento, es la de haber tenido tanta suerte en encontrarlos a ustedes, hombres y mujeres, para formar un grupo del temple adecuado en el cual puede confiarse en llevarlo hasta la meta.
Harán bien en mantener los ojos abiertos, a la vez, para buscar sucesores dignos a quienes ustedes, confiadamente, puedan entregar la antorcha. No permitan que llegue a ser una organización asalariada: consérvenla como un movimiento voluntario, de servicio patriótico.
El Movimiento ya se ha establecido en el relativamente corto período de su existencia, sobre una base amplia y fuerte, muy alentadora de lo que podrá llegar a ser en los años venideros.
Su meta es formar ciudadanos sanos, felices y serviciales, de uno y otro sexo, para erradicar el estrecho egoísmo prevaleciente, personal, político, sectario y nacional, sustituyéndolo por un más amplio espíritu de autosacrificio y de servicio a la causa de la humanidad; para así desarrollar buena voluntad y cooperación mutuas, no sólo dentro de nuestro propio país, sino en ultramar, entre todos los países. La experiencia demuestra que esta realización no es ociosa ni un sueño fantástico, sino una posibilidad práctica -si trabajamos por ella; y querrá significar, cuando la alcancemos, paz, prosperidad y felicidad para todos. La “promesa alentadora” está en el hecho de que los cientos de miles de muchachos y muchachas que están aprendiendo hoy nuestros ideales, serán los padres y las madres de millones en un futuro cercano, cuando ellos a su vez imbuirán los mismos ideales -”siempre que sean inculcados inequívoca y verdaderamente en ellos, por sus dirigentes actuales”.
Por lo tanto, ustedes, como Dirigentes y Guiadoras, no sólamente están haciendo un gran trabajo por los hijos de los vecinos, sino que también están ayudando de manera práctica a realizar el Reino de Dios, de paz y buena voluntad, en la tierra. Así, en el fondo de mi corazón, les deseo Buena Suerte en vuestro empeño.


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A Lady Olave:


Querida Dindo:
No sé si mi debilidad creciente e inexplicable de las últimas semanas significa el principio del fin para mí, pero si es así no me importa personalmente es sólo una cosa natural. Ha llegado el momento de irme de esta vida.
He tenido una vida extraordinariamente feliz, muy especialmente durante estos últimos veintisiete años, que los has hecho gloriosos y afortunados para mí. No creo que he desperdiciado mucho de mi tiempo mientras viví. Es bueno pensar que además de mi acendrado militarismo, nuestros esfuerzos por los muchachos y las niñas han tenido éxito más allá de lo esperado. Es bueno sentir que nuestros hijos están todos casados, felices y establecidos en la de vida.
El mundo ha sido muy bueno conmigo y de algún modo lamento dejarlo con todo lo que tiene de interesante, pero ha llegado al punto en que no puedo ser más útil que como observador, así que es correcto que me vaya
Pero lo que es más para mi que todo el mundo, eres tú, mi amor. El hecho de tener que dejarte es el dolor que más me obsesiona -no sólo por mi mismo, sino especialmente debido a que significará un terrible quebranto en tu propia vida. Una cosa que me tranquiliza es que tú eres tan razonable que lo verás en su justa proporción, como una cosa natural que tiene que suceder, y te enfrentarás a la prueba con valentía durante un corto trecho, hasta que el tiempo sane la herida.
Me agrada pensar que tienes la mejor manera de consolarte ante ti, en forma de trabajar bastante con las Guías. También tienes el gran amor de tus hijos y sus hijos, que te ayudará.
Tu pena será el único remordimiento que tendré al morir; si supiera que no te dejas llevar demasiado por la tristeza, moriría tranquilo, mi D.
Tu Bin.

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